Escribe Karen Pérez (*) para diario El Peruano
Nuestro país afronta en la actualidad un fenómeno migratorio muy complejo, con una cifra que supera los 300,000 inmigrantes venezolanos a escala nacional. Existen diferentes motivos por los que las personas inician procesos de esta naturaleza, pero el principal factor son las razones económicas. Los inmigrantes salen de sus países en busca de “mejores condiciones de vida para ellos y para sus familias”.
La migración es una experiencia potencialmente traumática y compleja que implica un abordaje integral: desde un punto de vista demográfico y económico hasta aspectos jurídicos, educativos, de vivienda, culturales y sanitarios, como la atención a la salud mental.
Esta creciente migración está originando un shock cultural tanto para el emigrante como para las personas del país de acogida. Por eso es urgente generar y promover políticas con mayor sensibilidad humana en los órganos del sistema social, con un enfoque de inclusión y adaptación sociocutlural e intercultural.
En los hechos, el país afronta una crisis psicosocial, una de cuyas manifestaciones es la “lucha desinformada” entre los pobladores peruanos y los migrantes venezolanos. Ello genera sentimientos de xenofobia y provoca rechazo, exclusión, discriminación e incluso miedo.
Entendamos que el costo psicológico de la migración es muy alto. Implica desintegración familiar, cambio de ocupación, pérdida de estatus profesional, separación, adaptación a nuevos valores y costumbres, entre otros aspectos relevantes.
El ajuste de esta adaptación causa problemas emocionales y afectivos, como el conocido estrés ‘aculturativo’ o síndrome de Ulises que, con el tiempo, si no es atendido, puede generar desórdenes mentales en las personas vulnerables, como estrés psicosocial, aislamiento social, baja autoestima, duelo psicológico, depresión y ansiedad, fobias, violencia familiar, etcétera.
En ese sentido, es necesario brindar apoyo social para reducir este estrés crónico y prevenir el deterioro social. Consideremos que la salud mental del inmigrante es un factor importante para una adecuada integración a la sociedad que lo acoge.
En el caso de la población peruana, es necesario diseñar y promover programas en las instituciones educativas, empresas, universidades y otras que enseñen y desarrollen habilidades para la convivencia, desarrollen tolerancia a lo diferente, impulsen la empatía y aceptación a los otros. Aprendamos a respetar las diferencias y a desarrollar sentimientos altruistas.
Asimismo, es importante comprender la importancia y la ventaja de la interculturalidad, así como la ventaja y posibilidad de incorporar nuevos talentos cualificados que podrán contribuir con el desarrollo del país desde diferentes sectores.
(*) Docente de la carrera de Psicología de la Universidad Continental